La evaluación: una labor ingrata y desafiante
Blázquez señala que la evaluación es un aspecto fundamental en el proceso educativo, pero también puede ser una tarea desafiante y compleja. Expertos como Cronbach, Scriven, Stufflebeam, Noizet, Caveribe y Nevo, han conceptualizado la evaluación como la actividad que implica emitir un juicio, independientemente del objeto evaluado y de los criterios que se utilicen.
Sin embargo, la evaluación no solo se trata de medir el nivel de conocimientos, habilidades y competencias de los estudiantes, sino que también tiene un importante componente ético. El impacto psicológico que genera en el sujeto evaluado puede ser significativo, ya que las calificaciones obtenidas pueden influir en su autoconcepto y autoestima.
Es importante tener en cuenta que la evaluación puede ser subjetiva y estar sujeta a sesgos. Los evaluadores pueden tener diferentes criterios y expectativas, lo que puede llevar a evaluaciones inconsistentes o injustas. Esto puede generar frustración, tanto para los evaluadores como para los estudiantes, ya que el resultado se percibe como una medida de éxito o fracaso, generando estrés y ansiedad.
A pesar de estos desafíos, la evaluación es una herramienta valiosa que permite medir el progreso de los estudiantes y proporcionar retroalimentación para su desarrollo. En ese sentido, los evaluadores deben ser justos, imparciales y transparentes en sus evaluaciones, brindando a los estudiantes la oportunidad de aprender de sus errores y mejorar su desempeño.
Blázquez destaca que la evaluación es una intervención delicada y trascendente, que supone una encrucijada pedagógica y humana. Es un reto gratificante de superar, ya que el resultado de una evaluación brinda una oportunidad para mejorar los procesos educativos, en tanto se reflexione sobre la acción que se lleva a cabo, identificando desajustes entre los objetivos, los procesos y los resultados.
Además, diferentes autores como el mismo Blásquez, Sebastiani, Díaz Barriga, López Pastor, Sanmarti y Tobon, concuerdan en que es un proceso compartido que, a través de criterios establecidos, obtiene evidencias de aprendizaje para reflexionar y formular un juicio sobre los cambios y resultados. Esto ayuda a los estudiantes a ser más responsables y autónomos en sus decisiones.
Finalmente, la evaluación es una tarea compleja y desafiante, esencial en el proceso educativo; aunque puede generar presión y afectar la subjetividad, es importante abordarla de manera justa y equitativa, brindando a cada estudiante la oportunidad de aprender y crecer a partir de ella, pues no solo mide el nivel de conocimientos, sino que también tiene un impacto en el desarrollo académico y personal de los estudiantes.
Por Luis Valenzuela
Decano de la Facultad de Educación UCSH
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