Oportunidades de mercado en el segmento de las parejas sin hijos

24 de Mayo 2024
Categoría: Columna Facultad de Ingeniería y Empresa Prensa

Vía ANDA

La familia tradicional conformada por padre, madre e hijos se ha ido transformando en todo el mundo, frente a esto Chile no es la excepción. Esto se refleja en las variaciones de las estructuras familiares, las cuales pasan desde la reducción en la tenencia de hijos hasta la decisión de no procrear.

En este escenario, en Chile se ha producido un incremento del registro de un nuevo modelo familiar conocido como DINKS (del inglés Dual Income, No Kids: Doble de ingresos, sin hijos). El término fue acuñado por primera vez en Estados Unidos en la década de los 80, y se refiere a hogares donde ambos miembros de la pareja generan ingresos y no tienen hijos, para de esta manera poder disfrutar de cierto margen económico que les sería complicado con los gastos de la crianza. También se trata de parejas con dos salarios que ante la posibilidad que trae la tecnología de la reproducción optan por retrasar el momento en el que quieren ser madre o padre.

Para hacerse una idea, el Instituto Nacional de Estadísticas de Chile (INE) en el Anuario de Estadísticas Vitales 2021 señala que en 1981 la tasa específica de fecundidad más alta estaba en el tramo etario de 20 a 24 años, con 161 nacimientos cada mil mujeres, mientras que en 2021 este grupo correspondía al de 30 a 34 años, el que además descendió a sólo 64 nacimientos cada mil mujeres. En tanto que en 1960 se registró que las madres tenían en promedio 5.4 hijos, pero en el Anuario de Estadísticas Vitales 2020 se constató que las mujeres chilenas tenían 1.3 hijos.

Por tanto, las personas y familias ya no centran su interés necesariamente en la procreación, lo cual se observa de manera creciente en las parejas jóvenes. Este fenómeno ha crecido en importancia debido a cambios culturales, pero también sociales en las prioridades y estilos de vida de las personas de menor edad. En ese sentido, el mayor control de la natalidad, la incorporación de métodos anticonceptivos, junto con una mayor inserción laboral y profesional de las mujeres con la consecuente postergación del embarazo, ha derivado en que cada vez tienda a nacer una menor cantidad de individuos.

Asimismo, estas personas eligen no tener hijos porque tienen proyectos individuales más allá de los que corresponden a la pareja, por cuanto se han enfocado en realizarse profesional y personalmente, al igual que en producir ingresos económicos y lograr cierto reconocimiento social y laboral. Estas nuevas generaciones perciben que el costo de tener hijos ha subido demasiado, ante lo cual factores como la inseguridad laboral, las dificultades para independizarse, la inestabilidad económica, la dificultad para financiar una educación y salud de calidad, y los elevados precios del alquiler y de la vivienda, son algunas de las causas que explican que en sus planes no esté la concepción de un hijo.

En consecuencia, las familias DINKS se representan como un estilo de vida al margen del tradicional, más que como un grupo poblacional. Estas personas disponen de tiempo suficiente y cuentan con empleos que gozan de buena remuneración o tienen una mayor capacidad de ahorro por el hecho de vivir en pareja y compartir ciertos gastos, lo cual hace que inviertan su dinero en áreas no prioritarias de gasto y que su capacidad de consumo sea muy atractiva para las empresas.

Son individuos que tienen proyectos individuales más allá de los que corresponden a la vida en pareja, lo que les permite dar prioridad al desarrollo profesional o académico, o al disfrute individual. Esta priorización de sus profesiones o puestos de trabajo, y la ausencia de los gastos derivados de tener familia, hace que quienes conforman este tipo de parejas tengan un nivel de vida más alto o una situación económica solvente, por lo que pueden invertir más en su propia persona o en adquirir productos que no son de primera necesidad, tales como viajes, deporte, hostelería, ropa y diferentes tipos de ocio.

Como resultado, cuando las empresas se relacionan con este tipo de personas tienen que replantear la forma clásica de segmentar un mercado y por consiguiente tienen el desafío de rediseñar sus estrategias y propuestas de valor para responder de forma oportuna y adecuada a una demanda cada vez más heterogénea. Las compañías deben adoptar esta perspectiva porque se trata de consumidores que han escogido otras formas de vida que no son las históricamente tradicionales, lo cual les convierte en otro tipo de clientes a los que hay que dirigirse de un modo diferente; y además corresponde a un tipo de comportamiento que no va a desaparecer en los próximos años, sino más bien que va a ir en aumento y que cada vez serán más los consumidores que sigan esta tendencia y presenten este tipo de hábitos de consumo.

Luis Araya Castillo Decano, Facultad de Ingeniería y Empresa, Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH)

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