Vía ANDA – Asociación Nacional de Avisadores

Las universidades deben estudiar las dinámicas competitivas de los sectores en los que participan desde un enfoque centrado en el management, más que desde una mirada tradicional proveniente de la educación o las ciencias sociales. Esto es así porque el sector de educación superior presenta características similares a las de una industria de servicio, y porque en la actualidad se incrementa la importancia atribuida a las universidades como motor principal de la competitividad económica en una economía global conducida por el conocimiento.

Considerando lo anterior, los tomadores de decisiones de las instituciones universitarias deben reconocer que las modificaciones del entorno han provocado un cambio en la perspectiva de las políticas públicas en educación, en vista que las reformas que se están generando en distintos sectores de educación superior buscan que se amplíe la capacidad de regulación del Estado sobre el sector a través de mecanismos de evaluación externa de la calidad y de la acreditación tanto institucional como de las carreras de pregrado y programas de posgrado.

Es en este contexto que las universidades chilenas compiten por prestigio y volumen. Las instituciones que compiten por prestigio son aquellas que invierten en fuentes de reputación, tales como en el porcentaje de académicos/as con grado de Doctor y en el número de publicaciones científicas, por cuanto buscan fortalecer su posicionamiento y con esto atraer a estudiantes con mejores puntajes en la prueba de ingreso a la educación superior, ser una opción para quienes quieren cursar estudios de postgrado, y ocupar posiciones destacadas en los rankings nacionales e internacionales.

Por su parte, las universidades que compiten por volumen focalizan sus recursos en abrir sedes en la misma ciudad de origen, o en otras regiones o ciudades, al mismo tiempo que imparten su oferta académica en distintos tipos de jornadas (por ejemplo, diurno, vespertino o weekend) y modalidades (por ejemplo, programas para estudiantes a tiempo completo, para estudiantes trabajadores o para quienes desean obtener un segundo título). A través de estas decisiones competitivas, las universidades que compiten por volumen buscan incrementar su matrícula y con esto tener una mayor participación en el mercado.

No obstante, teniendo presente que la educación universitaria se encuentra inmersa en una corriente de cambios tecnológicos, y que esto demanda capacitación específica para nuevas herramientas de muy amplio espectro, algunas universidades han optado por diferenciarse de sus competidores a través de la oferta de programas de estudios en modalidad no tradicional (online o semipresencial), lo que posibilita que grupos diferentes de estudiantes puedan acceder al sistema de educación superior, por cuanto los factores de espacio y tiempo, y la ocupación de los participantes no condicionan el proceso de enseñanza-aprendizaje. Estas instituciones reconocen que en Chile existen las condiciones para que pueda desarrollarse un mercado de educación superior a distancia que sea competitivo, de calidad y un referente en la región.

Además, los cambios que se están introduciendo en el sistema de educación superior de Chile, permiten sostener que la dinámica competitiva de las universidades chilenas debería considerar también como variable estratégica la responsabilidad social universitaria (RSU). El concepto de responsabilidad social universitaria (RSU) es más amplio que el de la extensión universitaria, por cuanto la RSU tiene como ejes de actuación la ética, la transparencia, el diálogo con sus públicos y la rendición de cuentas; y, como objetivo, el desarrollo humano sostenible. Las instituciones de gobierno y opinión pública están demandando de las universidades que favorezcan el acceso a la educación superior de los jóvenes de menores ingresos, que se vinculen con sus comunidades para identificar y encontrar soluciones a problemáticas sociales, y que ofrezcan programas de estudio que vayan en línea con las necesidades y mejoras competitivas del país.

Junto con esto, se sostiene que la forma de gobierno corporativo tiene impacto en la dinámica competitiva de las instituciones de educación superior. La gobernanza universitaria se entiende como la manera en la que las instituciones de educación superior se organizan y operan internamente, y se enmarca en el contexto de la autonomía institucional. Dado esto, es de esperar que los sistemas de organización universitarios que se adopten posibiliten que las instituciones puedan responder a los nuevos requerimientos actuales y cambios del entorno. Esto es relevante, puesto que uno de los retos a los que las universidades se están viendo enfrentadas, dice relación con los mayores niveles de eficiencia, eficacia, efectividad y excelencia en todo el proceso productivo; el cual depende del respectivo sistema de gobierno universitario.

Finalmente, los sectores de educación superior enfrentan mayores niveles de demanda por control de calidad, por cuanto tanto los responsables políticos como los agentes sociales han comenzado a exigir que las universidades justifiquen sus resultados, y se comparen con las instituciones de mayor reconocimiento a nivel mundial. Por consiguiente, las universidades tienen el desafío de demostrar la calidad de sus diferentes procesos y resultados, y de desarrollar una base sólida que les permita alcanzar altos niveles de calidad a través de la creación de valor y la mejora continua de sus procesos organizacionales. Esto surgió como respuesta del sector a las demandas de la población, al deterioro de la calidad de algunas instituciones, a cambios en el comportamiento de los estudiantes, y a que desde las empresas y la sociedad se demanda por profesionales con nuevas habilidades y destrezas, y por nuevos roles de las instituciones de educación superior.

Por Luis Araya Castillo, Decano, Facultad de Ingeniería y Empresa, Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH)