Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

30 de Noviembre 2023
Categoría: Columna Prensa

Vía Le Monde Diplomatique

Este 25 de noviembre se conmemora el Dia Internacional de la Violencia contra de la Mujer. Generalmente, cuando se hace referencia a la violencia, se relaciona con la violencia física, pero a medida que ha ido avanzando la visualización y conciencia sobre esta situación, se percibe que las mujeres y las niñas del mundo son sistemáticamente vulneradas ya sea por violencia física, psicológica, sexual, económica y estructural, lo que se manifiesta en los espacios públicos y privados: la casa, la escuela, la universidad, la calle, el trabajo, internet etc. Este flagelo queda de manifiesto de manera material o simbólica, lo que significa excluir, minimizar, clausurar, negar, desconocer los talentos, ningunear, es decir la misoginia activada como una máquina que no se detiene.

Si bien, se han creado organismos internacionales, levantado leyes, normativas y protocolos, y se han firmado acuerdos como la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer y la Convención Belém Do Pará, éstas no son suficientes para eliminar la violencia. Las convenciones se crean con el fin de que los estados puedan prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, sin embargo, aún es posible observar cómo persiste una discriminación que opera y tiene su correlato en la vida cotidiana, tanto en las relaciones formales como informales. A veces de manera casi invisible y naturalizada, filtrándose por las rendijas de nuestro orden social y, en otras ocasiones de manera muy expresa y abierta

La violencia contra las mujeres y niñas, atenta contra toda la sociedad, porque las sociedades violentas se empobrecen, se enferman, se tornan inseguras. Esto ocurre porque la violencia implica no solo golpes o marcas físicas y psicológicas, sino que opera en los espacios de acceso a oportunidades y desarrollo de las mujeres. Es fácil observar, si se estudian longitudinalmente las historias de vida de las mujeres en su curso vital, como las subordinaciones, subalternidades a que son sometidas por los ejes sociales de dominación y exclusión se traduce, finalmente, en falta de oportunidades y equidad en derechos. Una mujer que ha estado expuesta a la violencia de género física, psicológica, económica, sexual y estructural, va durante todo su curso vital portando las desigualdades a causa de las huellas de haber experimentado este flagelo. La violencia deja huellas que impactan el acceso a la justicia social, a las oportunidades y a la posibilidad de vivir una vida sin subordinación.

Si se comprende la violencia desde la dimensión del cuerpo de las mujeres, hay consenso en afirmar que ha sido históricamente sometido, utilizado para dominar, intervenido con fines de poder y dominación. La violencia ha sido el instrumento. Recordar esto y visibilizarlo, ha sido la base para que Naciones Unidas haya definido este día de conmemoración. La ONU en el año 1999, declara el 25 de noviembre como Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La historia de este día se remonta al 25 de noviembre de 1960 cuando las hermanas Mirabal -Patricia, Minerva y María Teresa- fueron asesinadas por el servicio de inteligencia militar del régimen dominicano de Rafael Trujillo. (Brito, Basualto, Berríos, 2019, 1) A estas tres mujeres, que sufrieron la violencia más extrema por su cruel eliminación, se les llamó las mariposas y se transformaron en un icono de la justicia, la reivindicación contra la violencia hacia las mujeres. En 1981, en el primer encuentro feminista de Latinoamérica y el Caribe se establece el día 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres en honor a estas tres hermanas luchadoras. Ellas son un recuerdo presente de como los cuerpos de las mujeres han sido objeto del poder y la dominación entre naciones, actualizando así la idea de que la violencia hacia una mujer no es algo privado, sino que un acto cargado de simbolismo político. Es por lo anterior que la definición de Naciones Unidas entiende la complejidad de la violencia. La ONU (1994), entiende por violencia contra la mujer todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada (art.1).

Esta definición invita a la sociedad a no cerrar los ojos, y a visualizar cómo la violencia no solo puede ser comprendida como un actuar explicito, sino que también por medio de omisiones a través de la complicidad de quienes callan o no se hacen parte de denunciar lo que muchas viven diariamente, en sus hogares, en los colegios, en sus trabajos, entre otros espacios. Además, en el trato institucional y en las definiciones de las políticas públicas, permanecen los sesgos de género que violentan el pleno ejercicio de derechos de las mujeres solo por su condición de ser mujer.

Al mismo tiempo, es necesario considerar que la violencia física contra la mujer en su grado máximo es el femicidio. Se puede afirmar que, pese a los esfuerzos realizados por los Estados, estos aún se evidencian insuficientes. De acuerdo con la Red chilena contra la violencia hacia las mujeres (2023), al 25 de noviembre año 2023 se han perpetrado 39 actos femicidas. Del mismo modo SERNAMEG (2023), señala que, a la fecha, en Chile se registran 37 femicidios consumados y 192 femicidios frustrados. Las cifras continúan dando cuenta de la presencia de la violencia más evidente, que se resiste y emerge cada año, pese a los esfuerzos desplegados para evitarlo. Muchos de los femicidios frustrados no están en las estadísticas, ya que las mujeres frente a las cifras que se evidencian sienten desesperanza y temor a denunciar.

Lo mismo ocurre con otros tipos de violencia más complejas de evidenciar, que quedan ocultas tras la opacidad de la naturalización de las acciones violentas dentro de nuestra conformación social. Actualmente, nuestra sociedad posmoderna, presenta características más específicas, basadas en la fragmentación social, el individualismo, la vertiginosa velocidad de la información, la globalización, la fluctuación de los mercados, la exacerbación del consumo, no solo de bienes materiales sino también de inmateriales, lo que lleva a creer que todo es efímero y descartable.

Nuestras sociedades actuales que presentan estas características, que se sustentan en una “Modernidad Líquida”, término acuñado por Bauman (2004), erosionan los principios modernos, de organización y orden social en crisis, presentando marcos, flexibles, no determinados y cambiantes, en donde lo efímero es lo permanente, el consumo a gran escala lo importante y lo desechable la nueva norma que alcanza hasta a los seres humanos. Las instituciones y sus principios también son flexibles y fluidos, siendo la fragmentación y el cambio vertiginoso elementos presentes en el ADN del tejido social. Esta organización líquida, adopta la presencia del riesgo permanente, no solo financiero, sino que en la apuesta social de la conformación y articulación de sus instituciones. Al respecto frente a la violencia de género, instituciones que deberían ser un sólido resguardo como la familia y la escuela, donde aprendemos y nos educamos, transmitiendo las bases para una vida sin violencia, con igualdad entre los géneros, suelen no estar a la altura de lo que se necesita para alcanzar las metas de una vida libre de violencia de género. La liquidez del entramado social se hace presente en ellas, el consumo exacerbado gana, el individualismo y la fragmentación se superponen al centro de la sostenibilidad de la vida, y por tanto las familias se encuentran altamente demandadas, con trabajos precarios y largas horas fuera del hogar, casas dormitorios; hijos/as con largas permanencia en los establecimientos educaciones, normas laxas, y objetivos institucionales más centrados en cumplimiento de metas de gestión, que en la formación integral de las personas.

Las bases del nuevo orden social se filtran no solo en las instituciones mencionadas, sino en todas las presentes, formando un espiral de desencuentros, y fragmentación, que no permite una base con respuestas articuladas para avanzar en el camino de la paz y la vida libre de violencia, el ejercicio pleno de derechos con igualdad, pese a lo declarado en las políticas elaboradas y vigentes para tal efecto.

Las muestras son claras, año a año las cifras de esas violencias difíciles de visibilizar y de probar judicialmente están presentes, y se engruesa lo que queda bajo la punta del iceberg invisibilizado sin denunciar. La violencia psicológica en el trato y lo micromachismos, aun se consideran en muchos espacios como una interacción validada naturalmente. Esto se constata en el hecho que Chile se posiciona en el número 96 de 146 respecto de la brecha de género que corresponde a un 36% en cuanto a diferencias entre hombres y mujeres en participación laboral, brecha salarial, y acceso a posiciones de liderazgo (World Economic Forum, 2023).

Estas cifras se transforman rápidamente en una anécdota, donde nadie se cuestiona realmente las razones que están a la base de dichas realidades, diluyéndose esta realidad en la fluidez social, como hielo frente al calor, en el mar de la contingencia, pese a los esfuerzos por visibilizar y cambiar esta realidad, realizado por la institucionalidad pública y la sociedad civil organizada en un entorno fragmentado, en donde su voz termina siendo una voz en el desierto.

Es por lo anterior que conmemorar el día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la mujer, no es un acto que apele a modas sociales circunscritas temporalmente, como algunos han explicitado, haciendo un guiño al lenguaje patriarcal. Por el contrario, es el día para comprender que esta realidad existe y que es un imperativo ético en nuestra sociedad, realizar todas acciones posibles para avanzar en la prevención y sanción de estos actos, para alcanzar el objetivo de su eliminación que permita vivir en un entorno con igualdad de derechos y libre de violencia.

A continuación, compartimos el Plan Nacional por el Derecho a Vidas Libres de Violencia de Género para Mujeres, Niñas y Diversidades (2022-2030), que debe ser liderado por MinMujeryEG (2022, p.p.36-82), en donde sus Líneas estratégicas y objetivos a alcanzar son: Línea estratégica 1. Promoción al derecho a una vida libre de violencia de género Objetivo General: Promover vidas libres de violencia de género desde los cuidados y la socialización del buen trato; la no discriminación, el buen vivir y el bienestar en todo el ciclo vital de las personas y las comunidades con agencia en el tejido social y con participación activa de organizaciones y sociedad civil en acciones de promoción, información, difusión, sensibilización y articulación por el derecho a vidas libres de violencia de género. Línea estratégica 2. Prevención al derecho a una vida libre de violencia de género Objetivo General: Fortalecer acciones de prevención interinstitucional e intersectorial que comprendan compromisos articulados y estrategias conjuntas de comunicación, sensibilización, capacitación y formación en violencia de género de manera descentralizada, con pertinencia territorial y participación de la sociedad civil.

Línea estratégica 3. Articulación y fortalecimiento de la atención, protección y reparación Objetivo General: Ejecutar acciones interinstitucionales coordinadas, articuladas y pertinentes que dispongan de una respuesta integral y de todos los servicios del Estado, en atención, protección y reparación; incluida el acceso a la justicia, acorde a las necesidades de las mujeres, niñas y diversidades de manera oportuna, eficiente y eficaz con enfoque de género y de trato digno hacia las personas víctimas/supervivientes de violencia de género. Línea estratégica 4. Acceso a la Justicia

Objetivo General: Promover y fortalecer la debida diligencia del estado que garantice derechos fundamentales en el acceso a la justicia, con enfoque de género, como parte de la respuesta articulada y especializada de las instituciones responsables de velar por la protección y sanción de la violencia de género hacia las mujeres, niñas y diversidades

Línea estratégica 5. Información y conocimiento

Objetivo General: Interoperar, registrar, analizar, producir y publicar de manera diligente, eficaz y accesible la información, datos y estudios para el diseño, ejecución y evaluación de políticas, planes, programas e iniciativas referentes a la violencia de género hacia las mujeres, niñas y diversidades.

Lorena Basualto Porra
Académica Universidad Católica Silva Henríquez

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