Columna escrita por Francisco de Ferari, Director de Vinculación con el Medio UCSH

Desde hace un tiempo sabíamos que la conmemoración de los 50 años del golpe cívico-militar no sería fácil. Las distintas encuestas de opinión daban cuenta de que las heridas generadas por las atrocidades cometidas en los años del terror estaban lejos de sanarse revictimizando una y otra vez a quienes las padecieron. Ahora que estamos a sólo semanas de un nuevo 11 de septiembre nos damos cuenta de que no estuvimos a la altura de las circunstancias.

La élite política, que en sus discursos mayoritariamente llama a la reflexión, en sus prácticas no ha logrado salir de sus trincheras para avanzar en la necesaria paz social. Así, hemos sido testigos de escenas patéticas que cotidianamente nos ofrecen nuestros representantes en el Congreso. El Gobierno también ha cometido numerosos errores no forzados que lo ha llevado a sostener polémicas inútiles magnificadas por redes sociales. Los medios de comunicación tampoco han logrado aportar sustantivamente a la reflexión ni en sus espacios informativos ni en su espacio editorial, perdiéndose no sólo la oportunidad de reconocer su grado de responsabilidad en el quiebre de la democracia, sino que tampoco declarando su compromiso de protegerla. Las universidades mayoritariamente también han abandonado su responsabilidad de contribuir críticamente y generar espacios de diálogo más allá de pequeñas instancias intrainstitucionales, renunciando a generar un impacto ciudadano, más allá de sus muros. Las organizaciones sociales y la sociedad civil tampoco han logrado acuerdos significativos, probablemente por su incapacidad de abrir el diálogo y de convocar a más personas que sus propios convencidos.

Nuestras instituciones y organizaciones no han estado a la altura. En un clima político y social tan crispado, cada individuo y cada colectivo debe actuar con responsabilidad en pro de la anhelada paz social. Si bien los ex presidentes firmaron un documento de compromiso por la democracia y los derechos humanos, resulta frustrante tener que esperar una década más para que la mayoría de representantes, autoridades, instituciones y organizaciones dejen las mezquindades y se comprometan con el ansiado “Nunca más” que nos permita mirar el futuro con la plena certeza de que la “paz es fruto de la justicia” y que nuestra historia se construye a partir de la memoria de sus víctimas.