En un época donde los desafíos se han convertido en globales, en un mundo cada vez más interconectado, en el que hoy la identidad se funda en el respeto de la diferencia, la reflexión sobre la inclusión y el respeto a los derechos humanos se vuelve crucial. Estos valores fundamentales no solo son esenciales para el progreso social y el desarrollo ético y espiritual de las personas, sino que también encuentran resonancia en el carisma salesiano, arraigado en la visión de San Juan Bosco y su compromiso con la educación y el bienestar de los jóvenes.
La inclusión, entendida como el reconocimiento y respeto de la diversidad en todas sus formas, se convierte en un pilar fundamental en la perspectiva salesiana. La obra de Don Bosco se caracteriza por su dedicación a los jóvenes en situación de vulnerabilidad, ofreciéndoles no solo educación, sino también un espacio donde se sientan valorados y aceptados. Este enfoque resuena con la noción filosófica de que cada individuo tiene un valor intrínseco, independientemente de su origen, género, orientación sexual o cualquier otra característica.
El carisma salesiano abraza la idea de que la educación es un medio para empoderar a los jóvenes y facilitar su participación plena en la sociedad. En este sentido, el respeto a los derechos humanos se convierte en una extensión natural de la misión salesiana. Los derechos humanos, concebidos como inherentes a cada persona, encuentran eco en la creencia de que todos los jóvenes merecen oportunidades justas y equitativas para desarrollar sus habilidades y contribuir al bien común.
El carisma salesiano, al centrarse en valores como la amabilidad, el acompañamiento, la solidaridad y la compasión, nutre un ambiente propicio para la construcción de comunidades inclusivas, respetuosas e integradoras. En este contexto, el carisma salesiano no solo aboga por la justicia social, sino que también busca transformar vidas a través del amor y la presencia fraterna.
Al considerar la intersección entre la inclusión, el respeto a los derechos humanos y el carisma salesiano, emergen preguntas fundamentales: ¿cómo podemos fortalecer la educación inclusiva en línea con los principios salesianos?, ¿cómo podemos adaptar las prácticas educativas para asegurar que cada joven, sin importar sus circunstancias, tenga acceso a oportunidades significativas?
En fin, el carisma salesiano nos insta a mirar más allá de las diferencias y reconocer la humanidad compartida que une a todos y todas. La inclusión y el respeto a los derechos humanos, cuando se integran en la esencia misma del carisma salesiano, se convierten en herramientas poderosas para construir un mundo más justo, compasivo y solidario, donde cada individuo, inspirado por el amor y la atención, pueda alcanzar su pleno potencial.
Fernando Vergara, Vicerrector de Identidad y Desarrollo Estudiantil