¿Puede la solidaridad transformar el Derecho Internacional?

El Derecho Internacional suele presentarse como un sistema débil, sin mecanismos reales de aplicación cuando los Estados poderosos deciden ignorarlo. Los conflictos recientes en Ucrania, Palestina o los choques económicos entre potencias muestran cómo las normas internacionales son a menudo atropelladas sin mayores consecuencias. ¿Existe entonces otra forma de pensar este sistema? Para el destacado académico de la UCSH, Doctor en Filosofía Juan Ignacio Arias Krause, hay formas relevantes de visualizar el Derecho Internacional desde otras perspectivas.

En su reciente adjudicado FONDECYT, “La solidaridad internacional como mediación histórica concreta en la teoría del Derecho de gentes de Alejandro Álvarez Jofré”, el Doctor Arias, integrante del Instituto de Filosofía Juvenal Dho de la UCSH, explorará las teorías del relevante jurista chileno Alejandro Álvarez (1868-1960), quien propuso el siglo pasado una visión alternativa: un Derecho Internacional basado en la solidaridad entre los pueblos y en los principios regionales que reflejan su historia y cultura.

“Es muy poco conocida la historia de este académico chileno que fue nominado al Premio Nobel de la Paz 3 veces (1932, 1934 y 1935) y de cómo inclusive su pensamiento influyó en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y, aunque hoy es poco conocido, sigue ofreciendo claves para un mundo que busca nuevas formas de cooperación”.

¿Quién fue Alejandro Álvarez y por qué es importante rescatar su obra?

“Alejandro Álvarez fue un jurista chileno que tuvo gran relevancia internacional, aunque hoy es poco recordado, incluso en su propio país. Fue postulado tres veces al Premio Nobel de la Paz y fue el primer chileno en integrar el Tribunal de La Haya. Lo interesante de su obra es que plantea una crítica profunda al Derecho Internacional tradicional, que considera dominado por las lógicas del poder. Propone en cambio un modelo basado en la solidaridad y en principios regionales. Rescatar su obra permite no solo valorar una figura chilena importante, sino también repensar cómo puede funcionar un Derecho Internacional más justo y humano”.

¿Qué plantea Álvarez sobre el Derecho Internacional?

“Su principal crítica es a la visión realista del Derecho Internacional, que lo ve como un espacio anárquico donde prevalece la ley del más fuerte, ya que no existe un soberano global que imponga normas. Frente a esto, Álvarez argumenta que sí es posible construir un Derecho Internacional efectivo, basado en principios que ya han demostrado su fuerza en momentos históricos. Un ejemplo es la solidaridad que surgió entre los países latinoamericanos durante sus procesos de independencia. Según Álvarez, este tipo de principios pueden y deben guiar las relaciones internacionales, más allá de la fuerza o los intereses económicos”.

Quizás uno de los aspectos más conocidos son los Derechos Humanos ¿Qué papel juegan en esta visión?

“Los Derechos Humanos son esenciales, pero, siguiendo a Álvarez, podríamos advertir que, si se quedan en un plano abstracto, pierden efectividad. Es importante complementarlos con principios más concretos y adaptados a las realidades de cada región. Así, se logra que los Derechos Humanos no sean solo ideales universales, sino que tengan una aplicación práctica y sensible a los contextos culturales y sociales. En este sentido, la idea de un Derecho Internacional regionalizado no niega la universalidad de los derechos, sino que busca hacerla más efectiva. Por ejemplo, si un presidente de una nación poderosa como es Donald Trump, decide no acatar una norma de Derecho Internacional su juicio es más simbólico que real, ya que no tiene la obligación de acatar lo que externamente se le diga, se convierte  todo parte de negociaciones entre poderes. En cambio con una visión más humanizada y solidaria, se podrían construir bloques que equiparen poderes y, por tanto, se trabajaría el Derecho Internacional más desde la cooperación.”

¿Existen antecedentes históricos de este Derecho Internacional solidario?

“Sí, y uno de los más notables es la Escuela de Salamanca, en el siglo XVI. Juristas como Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria defendieron la igualdad de todos los seres humanos frente a la dominación colonial. La famosa Controversia de Valladolid detuvo temporalmente la conquista española para debatir si los indígenas tenían alma y, en consecuencia, derechos inherentes como seres humanos. Aunque las prácticas coloniales continuaron, este debate demostró que las ideas jurídicas pueden tener impacto real. Esta tradición se puede vincular al pensamiento de Álvarez, y si bien la solidaridad surge como categoría el siglo XIX, de alguna manera, es un principio que ha ya operado en momentos históricos clave”.

¿Cómo se conecta esta tradición con la actualidad?

“Después de la Segunda Guerra Mundial, con la creación de la ONU y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se retomaron principios de esta tradición. Sin embargo, el sistema actual sigue estando muy condicionado por el poder de los grandes Estados. La obra de Álvarez nos recuerda que el Derecho Internacional puede ser más que un conjunto de reglas para gestionar conflictos: puede ser un marco para promover la cooperación, la justicia y la paz. Para ello, es fundamental recuperar la idea de solidaridad y adaptarla a los desafíos del siglo XXI”.

¿Qué aporta hoy estudiar a Álvarez?

“Estudiar a Álvarez no es solo un ejercicio de recuperación histórica. Su pensamiento ofrece herramientas para cuestionar el sistema internacional actual, que muchas veces legitima desigualdades y abusos. Además, su enfoque nos invita a pensar en formas de cooperación más equilibradas y respetuosas de la diversidad cultural. En un contexto global marcado por el unilateralismo y la desconfianza, recuperar ideas como la solidaridad y el respeto mutuo es más urgente que nunca”.

¿Cómo podría este enfoque mejorar el sistema internacional actual?

“Un enfoque basado en la solidaridad permitiría superar la lógica actual, en la que los Estados más fuertes imponen sus intereses. En lugar de apostar únicamente por soluciones universales, que a veces resultan ineficaces, se podrían fortalecer acuerdos regionales que respondan a necesidades y valores compartidos. La Unión Europea, aunque con problemas internos de todo tipo, es un ejemplo de cómo la cooperación regional puede funcionar. América Latina, con su historia común y su diversidad cultural, podría desarrollar un modelo propio basado en estos principios, como proponía Álvarez”.

8. ¿Qué impacto espera que tenga su investigación en la sociedad?

“En primer lugar, espero contribuir a generar nuevo conocimiento académico y a rescatar una figura importante del pensamiento jurídico latinoamericano. Pero más allá de lo académico, quiero ofrecer una visión crítica y alternativa que permita repensar el Derecho Internacional. En un mundo donde los principios básicos de convivencia global están siendo cada vez más cuestionados, volver a ideas como la solidaridad puede abrir caminos para construir un sistema internacional más justo y humano. No se trata de una utopía: la solidaridad ya ha funcionado en el pasado y puede volver a hacerlo si existe voluntad política y cooperación genuina”.

Doctor Juan Ignacio Arias Krause: Doctor en Filosofía, Pontifica Universidad Católica de Valparaíso, Chile. Máster en Filosofía de la Historia: Democracia y Orden Mundial, Universidad Autónoma de Madrid, España. Diploma en Bioética fundamental, Pontificia Universidad Católica de Chile. Licenciado en Filosofía, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile.

Áreas de Especialización: Filosofía del Derecho: Soberanía, integración regional. Filosofía Política: Sociedad civil, evolución social, conflictos sociales, relaciones entre la violencia y el Estado, conflictos internacionales. Bioética. Filosofía de la Historia: Filosofía de la historia moderna. Política Latinoamericana: Construcción de los Estados-nacionales latinoamericanos.

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