PRENSA | Un remanso en medio de una tóxica realidad

Enfrentamos una realidad tóxica. El país atraviesa por una coyuntura marcada por el miedo, la desconfianza y la sensación de peligro permanente. Todos los días, los chilenos y chilenas somos testigos aterrados de informaciones sobre asesinatos, portonazos, secuestros, encerronas, funerales narcos y ataques criminales a efectivos de carabineros.
11 de Abril 2023
Categoría: Columna Facultad de Educación Prensa UCSH

(Vía Diario Puerto Varas)

Según la última Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC), realizada en 2021, casi un 87% de las personas cree que la delincuencia ha aumentado en el país, una cifra histórica en materia de percepción de inseguridad. Este diagnóstico pesimista corresponde a pleno periodo de la pandemia de Covid 19, cuando, sin embargo, se produjo una baja considerable en la victimización, es decir, en la cantidad de hogares donde al menos uno de sus integrantes fue víctima de un delito de mayor connotación social, descenso que se explica por las cuarentenas y severas restricciones a la movilidad que afectaron a la población en esa época. Por ende, no es aventurado presumir que  hoy en día el temor al delito ha crecido de manera exponencial en el país.

Vivimos en una sociedad de consumo. Este ocupa un lugar central en la vida de millones de ciudadanos, siendo una fuente de sentido vital y un mecanismo de socialización. En ese marco, ver televisión es una de las principales prácticas de consumo en Chile, qué duda cabe.  Como señala el Consejo Nacional de Televisión, los canales abiertos y de libre recepción siguen ocupando una posición cardinal en la existencia de las grandes mayorías de la población. De acuerdo con la Encuesta Nacional de TV, en su versión de 2021, más de un 70% de las personas considera a este medio de comunicación como su principal vehículo de información sobre la contingencia nacional e internacional.

La delincuencia -según distintas mediciones- es uno de los ingredientes más relevantes de la oferta televisiva. Todas las mañanas, abrimos nuestro día con noticiarios y matinales que dan cuenta del crudo acontecer cotidiano. A muchos chilenos y chilenas la televisión los acompaña a lo largo de toda la jornada, con noticias sobre hechos de gran violencia que se repiten en una suerte de sucesión interminable. Reportajes especiales, entrevistas y contactos en vivo de larga duración cuentan con lujo de detalle los pormenores de asaltos, atentados incendiarios, femicidios y delitos de distinta naturaleza.  Consumimos y experimentamos en la pantalla chica el miedo más primario de la humanidad, el miedo a ser agredidos, aniquilados y dejar de existir; enfocamos nuestros temores más básicos en el “enemigo” delincuente y narcotraficante, que muchas veces tiene rostro y acento de inmigrante. Así, la televisión genera realidad -como reconocen muchos expertos-, amplificando la percepción de inseguridad de la ciudadanía.

Necesitamos un remanso. ¿Qué podríamos consumir y vivenciar que nos ayude a salir de este clima tóxico?: las expresiones artísticas, culturales y patrimoniales, que tienen el poder de evocar experiencias -cimentadas en nuestras emociones más básicas y pensamientos más profundos-, que desafían percepciones arraigadas, proporcionando perspectivas distintas, puntos de vista alternativos, ópticas frescas y novedosas.  Miradas que nos hablan de Pedro Aguirre Cerda no exclusivamente como la cuna de un peligroso mechero internacional que es despedido con fuegos artificiales y balazos al aire luego de fallecer en el extranjero, sino que también como un territorio creativo y solidario, donde pobladores y pobladoras de La Victoria levantan con mucho esfuerzo el  centro social y cultural Pedro Mariqueo, que pone a disposición de sus vecinos y vecinas una radio, una biblioteca popular, talleres, conversatorios y distintas manifestaciones artísticas y culturales.

El arte y el patrimonio constituyen espacios de encuentro ciudadano, instancias de generación de identidad y sentido de pertenencia, herramientas de restitución del tejido social.  Por medio de la observación y la práctica artística y patrimonial, los ciudadanos se conectan con sus territorios, ocupan el espacio público, construyen relaciones humanas a nivel comunitario, cuestiones sumamente necesarias en un entorno amenazante dominado por el consumismo individualista y la desconfianza hacia el otro.

Así que, si deseamos consumir, ojalá consumamos la experiencia vital y movilizadora de las expresiones artísticas, culturales y patrimoniales.

José Albuccó
Académico de la Universidad Católica Silva Henríquez

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