¿Nos preparamos realmente para el cambio de horario?

El sábado 10 de septiembre ha comenzado a regir el horario de verano en todo el territorio nacional, a excepción de la Región de Magallanes y la Antártica Chilena. La implementación de esta tradicional medida (que fue postergada por coincidir con el reciente referéndum constitucional) estará vigente hasta el 1 de abril de 2023 y ha implicado que nuestros relojes se adelantaran una hora, con lo que los días se hacen más largos y nuestro organismo se encuentra expuesto a la luz natural por más tiempo.
Lo anterior indica que nuestro cuerpo y, específicamente nuestro cerebro, ha debido someterse a un importante proceso de adaptación. En condiciones normales, a medida que comienza a oscurecer, la retina del ojo capta la ausencia de luz y se comienza a estimular la secreción de melatonina (hormona que participa en el ciclo natural del sueño) en la glándula pineal, un proceso conocido como fototransducción. Pero con el cambio de horario este mecanismo fisiológico tiende a desajustarse y, por ende, el funcionamiento de nuestro reloj biológico se altera.
Estas alteraciones en la fisiología del sueño asociadas a este cambio pueden provocar importantes problemas de orden cognitivo y emocional, llegando incluso algunas personas a requerir atención médica debido a la aparición de síntomas como el cansancio, somnolencia, problemas atencionales y de memoria, dificultades en la toma de decisiones y también irritabilidad. En términos más extremos, aumenta el riesgo incluso de padecer un derrame cerebral.
Lo anteriormente descrito puede afectar a personas de todas las edades, pero mayormente a niños y niñas debido a que poseen una tendencia a quedarse dormidos mucho más tarde gracias al uso de pantallas. También los adultos mayores, quienes tienden a dormirse muy temprano y a despertar incluso de madrugada.
La Neurociencia nos demuestra que cerebro es un órgano plástico y que, para vivir de mejor forma este cambio, debemos prepararlo con acciones muy simples que nos permitirán tener una mejor calidad de vida durante los primeros días de vigencia del nuevo horario:
- Intentar establecer un horario fijo para dormir y para despertar. Esforzarse en dormir 8 horas cada noche después del cambio de horario.
- Evitar el uso de pantallas (computadores, celulares o ver la televisión) por lo menos unas 2 horas antes de dormir.
- Intentar mantener en nuestro dormitorio una temperatura adecuada y que nos resulte cómoda para el descanso.
- Evitar las comidas abundantes y la ingesta de bebidas estimulantes antes de dormir (café, bebidas energéticas, entre otras).
- Dormir en un lugar que esté lo más oscuro posible. Esto contribuye a liberar mayores cantidades de melatonina.
- No es aconsejable realizar rutinas físicamente exigentes durante la noche, tales como hacer deporte o ir al gimnasio.
- Exponerse a la luz natural y salir al aire libre luego de levantarse. Si esto no es posible, acercarse a una ventana también es muy útil.
El cambio de horario también afecta al cerebro. Con estas sencillas prácticas lograremos que el impacto sea menor y que de este modo podamos tener un rendimiento cognitivo óptimo junto con una adecuada salud mental en nuestra vida cotidiana.
Norton Contreras Paredes
Académico Escuela de Educación Inicial
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