La Resurrección de Jesucristo: encuentro y esperanza para el mundo

La Resurrección de Jesucristo es el acontecimiento central de la fe cristiana, el cumplimiento de la promesa de Dios y la confirmación de la victoria sobre el pecado y la muerte. Como dice San Pablo: «Si Cristo no ha resucitado, vacía es nuestra predicación, vacía es también vuestra fe» (1 Cor 15,14). La tumba vacía no es solo un signo de ausencia, sino la señal de un nuevo comienzo, donde el amor de Dios se manifiesta en plenitud y nos invita a vivir en la esperanza.
Los Evangelios nos narran los encuentros de Jesús resucitado con sus seguidores. Las primeras en verlo fueron las mujeres, quienes al amanecer acudieron al sepulcro y recibieron el anuncio glorioso: «No está aquí, ha resucitado» (Lc 24,6). Este encuentro nos revela que la esperanza se manifiesta en los corazones sencillos y fieles, y que la misión de anunciar la Resurrección es confiada a quienes están dispuestos a creer y testimoniar.
Luego, Jesús se aparece a sus discípulos, a los de Emaús en el camino, a Tomás en su duda, y a los que pescaban en el lago de Galilea. Cada encuentro es una manifestación de su amor y pedagogía: Jesús resucitado no impone su presencia, sino que se deja reconocer en el compartir, en la Palabra y en la Eucaristía.
Hoy, el encuentro con el Resucitado sigue siendo posible. No lo vemos con los ojos físicos, pero lo encontramos en la comunidad, en la Palabra, en la Eucaristía y en cada gesto de amor y servicio. La fe en la Resurrección nos desafía a vivir con la certeza de que el mal y la muerte no tienen la última palabra, sino que el amor de Dios transforma la realidad y nos impulsa a construir un mundo nuevo y mejor.
Creer en la Resurrección es asumir un compromiso con la vida, con la justicia, con la solidaridad. No es una idea abstracta, sino un llamado a transformar nuestras vidas y la sociedad. En un mundo marcado por el individualismo y la desesperanza, el testimonio de la fe nos invita a ser signos de fraternidad, a trabajar por una humanidad más justa y solidaria, donde el amor de Cristo resucitado se haga presente en nuestras acciones cotidianas.
Que esta Pascua renueve en nosotros la alegría de saber que la vida vence a la muerte, que el amor es más fuerte que el odio y que, en Jesús resucitado, encontramos el sentido profundo de nuestra existencia. ¡Cristo vive y nos llama a ser testigos de su Resurrección en el mundo!
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