La docencia como reflejo de la enseñanza del Buen Pastor

19 de Abril 2024
Categoría: Pastoral

Yo soy el buen pastor: conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Juan 10, 14

Cuando recibí la invitación para reflexionar en torno al evangelio, fue indiscutible sentir el llamado de esta lectura, evocó en mi aquella esencia de la fe, del que guía y es guiado, y me cuestioné qué era lo que en esta oportunidad me diría. Todos quienes transitamos por el camino de la fe hemos escuchado hablar del buen pastor, del guía de las ovejas, de quien alienta en el camino. Hoy lo veo reflejado en la pedagogía, en la docencia, con una reflexión.

Escribí y borré muchas veces lo que hoy leen, y la razón no está en que lo expresado no tuviera sentido, sino que no quedaba satisfecha, sentía que debía encontrar otras palabras para expresar a cabalidad lo que esta lectura significa para mí y cómo resueno en ella, sin embargo, necesité fervientemente que acudiera a mí alguien para brindarme ese apoyo y me dijera: ¡Hey! Lo haces bien, confía en ti.

En ese momento fue cuando pude tomar conciencia de lo que estaba pasando y de lo que siempre pasa en la vida: necesitamos de otro, de un guía. Y no es porque no seamos capaces, sino que es parte de nuestra naturaleza, somos seres sociales, necesitamos relacionarnos, que alguien nos acompañe en el camino que recorremos día a día y fue ahí cuando todo hizo sentido.

En su relato Jesús nos cuenta que el pastor llama a sus ovejas por su nombre y ellas le reconocen y acuden a Él, sin miedo, sin temor ni cuestionamiento, porque le conocen y le reconocen. Es el pastor su lugar seguro y le siguen sabiendo que donde les lleve, disfrutaran en abundancia. Y qué bello es poder sentir aquello.

Así es como se siente ser docente, ser guía, reconocer que puedes ser pastor para alguien y habitar esta comunión con aquellos que te reconocen en esta figura.

Esta reflexión no busca interpelar a nadie, sino más bien quiere ser una invitación a mirar quiénes han sido sus guías en sus vidas y recordar con cariño lo que cada uno de ellos pudo entregar para que seas la persona que eres hoy. Y te invito porque ese fue el mismo camino reflexivo que experimente para dar con los recuerdos más lindo y significativos que, de alguna manera, determinaron lo que ahora soy.

Él busco a sus mensajeros y los puso en mi camino, para que me acompañaran y así como las ovejas al pastor, poder seguirles, porque me llamaron por mi nombre, me reconocieron entre miles y me invitaron a seguir caminando con ellos. Y sin querer, sin ser consiente, terminé siendo el pastor y comencé a llamar a mis ovejas y les presenté una vida de abundancia.

La docencia es la imagen viva de Jesús, el buen pastor, pues desde la vocación buscamos guiar a otros hacia un bien. La lectura menciona que el pastor da su vida voluntariamente, que nadie le obliga a hacerlo, porque cree en el rebaño, en aquellas ovejas que le seguirán y podrán disfrutar, como él, las bondades que Dios tiene preparadas para ellos. Del mismo modo, el o la docente trabaja con sus estudiantes y les permite avanzar.

Y puede que no todos sigan al docente, existirán aquellos que se nieguen a seguirle, que levanten barreras para mantenerse distantes, pero el docente encontrará la forma, buscará el momento y las herramientas necesarias para llegar y permitir que le reconozcan, porque Dios quiere que todos puedan acudir a él. Y si no lo logra, al menos, habrá iniciado el camino para el siguiente pastor.

Pero en este camino de la docencia, podemos perder el foco y ser envueltos por el ego o la avaricia, impidiendo que las personas que guiamos le puedan encontrar. El papa Francisco, en su reflexión del 2016, menciona que no debemos encerrarnos en el corral, porque con ello, facilitaremos al ladrón para que venga y destruya, robe o mate lo que hemos creado. Nos invita no ser como el ladrón, a no encerrar a las ovejas, sino que le abramos la puerta y caminemos con ellas.

San Juan Bosco es un ejemplo de pastor y uno que invita una docencia desde el amor y la preocupación por el otro con su frase “No con golpes”, siendo el sistema preventivo la manera de poder acompañar y guiar a los jóvenes, involucrándonos desde lo humano y no desde una etiqueta socialmente construida. Él escucho a su pastor y se dejó guiar, encontrando su propósito en la vida y así, se trasformó en el pastor de muchos otros que vinieron después de él y que, hasta el día de hoy, nos acompañan y siguen caminando con nosotros.

Jesús fue enviado por el Padre, a ser pastor de su pueblo, por lo que les invito a reflexionar ¿Quién es mi pastor? ¿me he dejado guiar por aquel que Dios me ha presentado como mi Pastor? ¿Soy Yo, el pastor de alguien? ¿Tengo un rebaño a quienes guiar?

Tiare Aravena, asesora Pastoral Universitaria UCSH

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