La confianza en Dios es la máxima demostración de Fe

Javiera Figueroa, Sofía Opazo, Javiera Rojas | estudiantes de Enfermería
Comentario: Marcos 4, 35-41
¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Mc 4, 40
Este pasaje del Evangelio de Marcos (4:35-41) ofrece una reflexión sobre la fe y la presencia de Jesús durante las tormentas de la vida (cuando la vida se pone difícil). La historia empieza con Jesús y sus discípulos en una barca, cruzando al otro lado del mar. Cuando una tormenta violenta amenaza sus vidas, los discípulos se muestran con miedo y desesperados ante esta situación, en cambio, ven a Jesús, calmado y durmiendo. Al verlo en este estado y lo despiertan y el ante la situación y al ver el estado en el que se encuentran ellos le ordena al viento y al mar que se calmen. La tormenta se detiene inmediatamente, quedando en paz. Entonces, Jesús pregunta a sus discípulos por qué tienen miedo y les resalta su falta de fe. Este cuestionamiento revela una lección importante sobre la confianza en Dios y en cómo hay que confiar en él en los momentos difíciles.
Los discípulos, asombrados de lo sucedido se preguntan quién es Jesús, y porque la naturaleza obedece sus órdenes. Este milagro muestra no sólo su autoridad sobre la creación, sino también su capacidad de traer paz en situaciones desesperadas y él porque es fundamental mantener la fe y la esperanza en momentos como este.
En nuestras vidas, es normal enfrentamos «tormentas», momentos de caos donde sentimos que todo está fuera de control. Este pasaje nos recuerda que Jesús está con nosotros, incluso cuando parece estar en silencio. Su presencia es constante y su poder puede transformar cualquier situación.
La clave está en la fe. Jesús nos invita a confiar en él y a creer que, a pesar de las circunstancias adversas, él tiene el control. Nos desafía a superar nuestros miedos y a descansar en su promesa de cuidado y protección. Así como calmó la tormenta en el mar, puede traer paz a nuestras vidas.
En conclusión, con este escrito nos deja un llamado a tener una fe profunda en Jesús, reconociendo su poder y presencia en nuestras vidas. Nos anima a dejar de lado el miedo y a confiar en que, con él, podemos enfrentar cualquier tormenta con la certeza de que él nos llevará a la calma y la seguridad.
Esta narrativa nos invita a reflexionar sobre cómo enfrentamos las tormentas de la vida. ¿Confiamos en Dios incluso cuando todo parece estar en contra? La seguridad que proviene de confiar en Dios no significa ausencia de problemas, sino la certeza de que Él está con nosotros en medio de ellos. Nos enseña a no dejarnos dominar por el miedo, sino a aferrarnos a la fe que nos sostiene en cualquier circunstancia.
Esta seguridad no solo es individual, sino que se extiende a nuestra relación con los demás. Cuando vivimos con la confianza en Dios, podemos transmitir esa paz y seguridad a quienes nos rodean. Nos convierte en instrumentos de consuelo y fortaleza para aquellos que enfrentan sus propias tormentas. Como comunidad de fe, podemos apoyarnos mutuamente y recordarnos unos a otros que, a pesar de las dificultades, Dios está en control.
Reflexión: La seguridad que proviene de confiar en Dios y si esa seguridad la vivimos entre nosotros.
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