Dios de sentido

Gustavo Albornoz Hormazábal. Director Pastoral Univesitaria
«No debemos tener miedo de tocar la carne de Cristo, de tocar la carne sufriente de los hermanos y hermanas que están en necesidad». Papa Francisco.
La Semana Santa es un tiempo de profunda reflexión para las personas creyentes en Jesucristo en todo el mundo. En medio de las celebraciones y las ceremonias religiosas, uno de los temas más recurrentes es el del sufrimiento y el sacrificio. Este año, mientras nos adentramos en esta semana profunda y dadora de sentido para la fe, es importante detenernos y reflexionar sobre lo que significa realmente «dar la vida» en el contexto del sufrimiento.
En la Sagrada Escritura encontramos numerosas referencias al sufrimiento y al sacrificio. En el libro de Isaías menciona: «Ciertamente él tomó sobre sí nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores» (Isaías 53:4). Esto resalta el significado del sufrimiento de Jesucristo durante la Semana Santa. Jesús no solo experimentó el dolor físico de la crucifixión, sino que también cargó con el peso del pecado y el sufrimiento del mundo entero.
El Papa Francisco tiene una perspectiva sobre el sufrimiento, y ha enfatizado la importancia de acompañar a aquellos que están atravesando momentos difíciles, los desposeídos, los olvidados. En una de sus homilías, dice: «No debemos tener miedo de tocar la carne de Cristo, de tocar la carne sufriente de los hermanos y hermanas que están en necesidad». Su reflexión ayuda a recordar que debemos estar juntos/as para escuchar y tratar de hacer propio el sufrimiento de otros/as. Por ello se replantea la vivencia y enseñanza de la fe encarnada, recuerda que el sufrimiento no debe ser ignorado ni evitado, sino que debe ser enfrentado con compasión, solidaridad y fraternidad.
En el contexto de la Semana Santa, «dar la vida» adquiere un significado aún más profundo. Jesucristo dio su vida por la redención de la humanidad, sacrificando su propia comodidad y seguridad por el bien de los demás. Este acto de amor y sacrificio nos llama a reflexionar sobre nuestras propias vidas y a considerar cómo podemos seguir el ejemplo de Jesús en nuestro propio camino.
Dar la vida no necesariamente significa morir físicamente, sino que implica renunciar a nuestros propios intereses y deseos en servicio a los demás. Significa estar dispuestos/as a sacrificar nuestra comodidad, nuestro tiempo y nuestros recursos por el bienestar de los que nos rodean. En un mundo marcado por el egoísmo, individualidad y la indiferencia, el ejemplo de Jesucristo durante la Semana Santa nos desafía a vivir de una manera más generosa y compasiva, mirando a los demás como hermanos.
Que esta semana sagrada sea un recordatorio para todos nosotros/as de la importancia de dar nuestra vida en servicio a los/as demás, siguiendo el ejemplo de Jesucristo y compartiendo su amor y compasión con el mundo.
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