Vía Iglesia de Santiago

En la lápida del Cardenal Raúl Silva Henríquez, ubicada en la Catedral Metropolitana de Santiago, se celebró el pasado miércoles 9 de abril la liturgia en memoria de los 26 años de la Pascua de Cardenal, pastor salesiano y figura clave de la Iglesia chilena.

En el marco del Año Jubilar, representantes de la Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH), académicos y miembros de la Familia Salesiana se reunieron para agradecer por su vida y renovar el compromiso con su legado.

La ceremonia fue presidida por el P. Erick Oñate Jorquera, SDB, vicerrector de Identidad y Desarrollo Estudiantil de la UCSH, quien recordó que la Pascua de Don Raúl no es solo un acto de memoria, sino un llamado vigente a caminar como Iglesia sinodal, cercana al pueblo y atenta a los signos de los tiempos.

“El testimonio de don Raúl nos sigue interpelando”, señaló el padre Oñate. “Nos invita a mirar el presente con esperanza, a superar las oscuridades de nuestro tiempo —como la violencia, la indiferencia o el descarte— y a ser pan compartido para los demás, como él mismo vivió en su servicio pastoral”.

Durante la liturgia se evocó su participación en el Concilio Vaticano II, su impulso por una Iglesia dialogante y su compromiso con los derechos humanos durante los años más duros de la historia reciente del país. Don Raúl no solo fue testigo de los grandes cambios eclesiales del siglo XX, sino también protagonista de una Iglesia que no teme salir a las periferias.

Desde su impulso al Sínodo de Santiago hasta la creación de instituciones como la Vicaría de la Solidaridad, su acción pastoral fue expresión de una “caridad de Cristo que apremia”. Así lo recordó el epílogo leído de sus memorias: “la caridad, el cariño, el amor de Cristo nos llaman imperativamente a actuar para el prójimo”.

En tiempos donde el Sínodo de la Sinodalidad impulsa a la Iglesia universal hacia una vida de comunión y escucha activa, el mensaje de don Raúl se hace aún más actual. Su legado espiritual y social sigue siendo luz y desafío para una Iglesia comprometida con el bien común y la dignidad de todas las personas.

“Gracias, don Raúl, por mostrarnos que la fe florece en la historia, en la escucha, en la ternura y en la solidaridad. Que también hoy la caridad de Cristo nos apremie”, concluyó el padre Oñate.

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