El seminario “Autonomía y desarrollo profesional docente: Desafíos para su promoción en las comunidades escolares”, se desarrolló el pasado 21 de noviembre en la Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH). La convocatoria reflexionó sobre las oportunidades de la promoción de la autonomía pedagógica y su relación con el profesorado, a partir de la voz de tres invitadas: Carmen Jara, jefa de la Unidad Técnica Pedagógica (UTP) de la Escuela Provincia de Chiloé, Stgo.; Carla Calisto, directora de la Escuela de Artes y Humanidades de la UCSH; y Lilia Concha, directora del Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas (Cpeip) del Ministerio de Educación (Mineduc).

De la instancia también participó el rector de la UCSH, doctor Galvarino Jofré Araya sdb, y el decano de la Facultad de Educación, Luis Valenzuela; quienes compartieron las palabras iniciales del académico César Maldonado, integrante de la línea de investigación que coordinó el evento: “El reciente contexto educativo en el país ha generado importantes desafíos para el trabajo docente. El manejo de la tecnología para la enseñanza virtual a distancia o remota, los problemas de salud mental y convivencia de las comunidades escolares, junto con un currículum priorizado, son solo algunos temas que han renovado la discusión en torno a la importancia de la autonomía docente. En este marco, creemos que las comunidades escolares son un espacio privilegiado para fortalecer un perfil profesional reflexivo y deliberativo, siendo justamente este seminario una convocatoria desde y para las comunidades educativas, que tuvo por finalidad dialogar acerca de estos desafíos y oportunidades”.

La primera ponencia a cargo de Carmen Jara abordó el trabajo técnico-pedagógico durante el confinamiento, a modo de atestiguar cuál fue el funcionamiento de la Escuela Provincia de Chiloé en la crisis sanitaria. “El trabajo colaborativo y formativo, que incorporó análisis de datos y reflexiones pedagógicas, posibilitó compartir experiencias docentes y llevar a cabo acuerdos de acciones concretas para la mejora y co-construcción de lineamientos pedagógicos e institucionales; marcando de esta forma la pauta del trabajo técnico-pedagógico de nuestra escuela”, aseguró la docente.

Carmen enfatiza en la colaboración entre todos los actores de la comunidad educativa, a través de la realización de innumerables reuniones institucionales y la priorización de dos aspectos dados por la autonomía curricular y que permitieron gestionar el trabajo técnico-pedagógico durante el confinamiento: primero, el fortalecimiento de la vinculación y gestión en el aula, y, segundo, la consideración de los aspectos socioemocionales, buen trato y conducto regular. La preocupación por estos factores permitió generar lazos entre los actores de la comunidad escolar y un mejor proceso de aprendizaje por parte de los alumnos/as.

Carla Calisto se refirió a la relevancia de la autonomía profesional docente, tomando como base la confianza que se debe depositar en el profesorado para una toma de decisiones planificada. Resalta que esta autonomía necesita ser instruida y que es esencial preponderar su rol en la formación del profesorado. “Es importante, sobre todo en la formación inicial docente, integrar conocimientos acerca de la toma de decisiones, el trabajo en equipo, la diversidad de roles, entre otros conceptos y significaciones. Dicha consideración no le quita relevancia a la confianza depositada en el profesorado, sino todo lo contrario. La confianza se potencia a través de la enseñanza de la autonomía docente, considerando esta última dentro de la planificación y priorización curricular”, puntualizó la directora.

A modo de cierre, y representando al Mineduc, Lilia Concha hizo hincapié en que el sistema educativo se ha caracterizado históricamente por la desconfianza puesta en sus actores, no obstante, el estallido social y la pandemia cambió estas perspectivas debido a que fueron los profesores y las comunidades educativas quienes llevaron adelante los proyectos educacionales gracias a la priorización curricular, que es lo que afirma la directora de Cpeip. Ante este marco de referencia, “hay dos procesos que son representativos de la no colaboración y desconfianza, los que necesitan ser modificados: la evaluación docente y las pruebas estandarizadas censales, como el SIMCE. Sabemos que hay más de estos procesos que deben orientarse al cambio, pero la evaluación docente y el SIMCE son, más bien, vistas como herramientas de vigilancia y presión y no herramientas de colaboración”, agrega la experta.

Factores como la cooperación y confianza en el profesorado frente a la priorización curricular y la toma de decisiones en las aulas de clases, son dos de los conceptos más reiterados durante el seminario, y que sin duda también se transforman en desafíos para el contexto educativo actual. Las voces protagonistas de este seminario coinciden en la relevancia de la promoción de la autonomía profesional docente y el trabajo mancomunado de las comunidades escolares. Sin embargo, la reflexión en torno a cómo llevar a cabo estos procesos aún está abierta.

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