Problematizar y atreverse a ver en colectivo a la humanidad removida por la migración, hacia la construcción de relatos no hegemónicos, es parte de la apuesta del libro “La deshumanización de las personas migrantes. Los límites del Estado y la urgencia de reconocimiento”, lanzado esta semana en la Casa de las Culturas, las Artes y las Ciencias Violeta de Cerro Navia. Un libro escrito por 6 manos diversas y editado por la socióloga María Emilia Tijoux, buscando en el ejercicio de la mirada múltiple, de la escucha, de la pregunta más allá de las fronteras, alertar sobre lo que informa la migración hoy en Chile. 

Matías Fouillioux, investigador del Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Juventud (CISJU) de la UCSH y Eduardo Thayer, ex académico e investigador UCSH (actual director nacional del Servicio Nacional de Migraciones) son parte de esas voces. Fouillioux escribió acerca de La violencia estructural que configura la condición del sujeto migrante centroamericano/a en tránsito por México. “Este trabajo tiene como finalidad reflexionar en torno a los tipos de violencia que experimenta la población migrante centroamericana en sus países y en el tránsito por México, a partir de un estudio cualitativo llevado a cabo mediante el análisis de 17 entrevistas semiestructuradas”, comenta el investigador.  

Los principales hallazgos dan cuenta del alto grado de vulnerabilidad al que se ve expuesto la población migrante en sus países de origen debido a las deficiencias del modelo económico, la inseguridad, violencia, y falta de oportunidades, provocando una migración forzada; y en el trayecto migratorio, por acciones llevadas a cabo por organizaciones transnacionales de crimen organizado y agentes de seguridad del Estado. Todo esto aunado a una serie de componentes de la violencia estructural en la implementación de tratados bilaterales y políticas migratorias llevados a cabo por las autoridades mexicanas, promovidos y financiados por Estados Unidos para frenar el flujo migratorio clandestino, lo que termina configurando la condición del sujeto migrante como una subclase social, económica y cultural”, cuenta el investigador 

El libro nació al alero del proyecto Anillos, de Conycit, y tal como plantea su editora “es un material necesario a revisar en estos días, cuando la violencia atada a la indiferencia empuja a voltear la vista ante el sufrimiento de personas migrantes que han llegado buscando trabajo y comprensión en los países de llegada y específicamente en Chile”. “Invita a revisar miradas que se cruzan desde distintas disciplinas para examinar los procesos migratorios contemporáneos y la cotidianidad de una existencia que las personas migrantes tejen enfrentando al racismo”. 

En los últimos años América Latina y el Caribe ha experimentado una radicalización de las condiciones para la producción de sujetos migrantes precarizados. Mientras que en algunos países se han exacerbado las condiciones para la expulsión de personas, los gobiernos de los países receptores de la región han dado un giro hacia la intensificación del control fronterizo y el incremento de las restricciones en el acceso a los derechos. El caso de Chile es paradigmático en este sentido, a la par que ha recibido un flujo migratorio significativo desde la región, ha impulsado una reforma migratoria de carácter restrictivo. En esta investigación mostramos las consecuencias que ha tenido esta política restrictiva instaurada a partir de 2018 en la extensión de la precarización del estatus legal de los migrantes haitianos y venezolanos y el incremento del número de personas de estas nacionalidades en condiciones de expulsabilidad. Concluimos que la selectividad con que ha operado la política restrictiva sobre estos colectivos permite visualizar una realidad replicable en otros contextos de la región. 

El material es publicado por la Editorial autogestionada Quimantú, y tanto en su presentación, como en el lanzamiento mismo aún en fases restrictivas de pandemia, brega por compartir en círculo, desarmar las múltiples fronteras creadas para dividirnos y diferenciarnos y seguir palpitando en el esfuerzo porfiado de trabajar para buscar los afectos más allá de cualquier discurso de odio.